Alianza Samborondón Podcast

Jesús vino con una vocación definida: ‘salvar al mundo de sus pecados. En nuestra cultura, palabras como ‘salvación’ o ‘pecado’ han perdido en gran medida su dimensión e importancia. En esta ocasión trataremos de renovar la profundidad y significado que tienen estas palabras y recordaremos que en navidad no solo celebramos el nacimiento de nuestro salvador, sino su vocación.

Solemos pensar que somos autosuficientes, y que podemos librarnos solos de las tribulaciones que experimentamos en la vida, o tenemos la tendencia a hacer todo o que está a nuestro alcance, antes de reconocer que necesitamos ayuda, pero la historia de la Navidad es clara: Porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.

Apenas recibimos un comunicado de alguna autoridad pública nos llenamos de temor o pánico, siempre pensamos que puede ser algo negativo; imagínate si esta notificación fuese de parte de Dios, probablemente también te causaría miedo, pues nuestra mente está acostumbrada a pensar en malas noticias antes que buenas, inclusive de parte de Dios. La Navidad es el gran comunicado que nuestro Señor preparó a lo largo de la historia humana, para hacernos entender cuáles son los términos que Él ha logrado y diseñado para nuestras vidas. Dios trata con nuestros temores y desconfianzas enraizados en el corazón, que nos impide tener una relación con Él y verlo todo desde su perspectiva. Paz es la respuesta de Dios, paz al corazón, paz para vivir frente a la violenta realidad. Revisemos juntos la historia de la Navidad y las buenas noticias que esta trae, para que la paz de Dios inunde poco a poco nuestro corazón agobiado.

Es verdad, no siempre podemos escoger las circunstancias que nos toca vivir, pero sí podemos elegir nuestra respuesta ante cada particularidad, por difícil que sea. El problema es que, no siempre la respuesta que tiene el poder para cambiar el curso de las cosas, es nuestra primera opción... ni la más natural. ¿Tu respuesta en un momento de crisis es la que todos “esperarían” o respondes confiando que Dios está contigo?

Muchos de nosotros reconocemos que hay al menos una cosa que desearíamos haber hecho como preparación para lo que está sucediendo ahora, y todo lo que hemos vivido en este año. Se acerca una nueva normalidad. Si somos prudentes, reflexionaremos sobre lo que hemos aprendido y lo que queremos llevar a cabo. Después de todo, sufrir y no aprender es una lástima. En esta serie, analizaremos la importancia de mejorar durante una crisis.

Nosotros los occidentales no estamos acostumbrados a meditar, hemos dejado que las definiciones de “nueva era” llenen ese vacío. Pero al contemplar la vida de Jesús, los apóstoles y la iglesia naciente, el detenerse por un momento y reflexionar en las verdades de Dios era clave para tener un tiempo de oración eficaz y profundo, completamente lejos de las superficialidades que en ocaciones caemos al orar. Esto no significa que Dios no nos escuche ahora, Él sí lo hace, pero al mismo tiempo desea asombrarnos con quien es Él, y anhela abrir nuestros ojos para que podamos contemplar su actuar en medio de nuestra realidad, y así encaminarnos en una adoración de su grandeza, que nos llenará de gozo y alegría a pesar de cualquier adversidad. Al pensar en este año que está finalizando, somos llamados a meditar más que nunca en la verdad, que es nuestro Señor mismo, y vivir tranquilos y confiados que el porvenir está en sus manos.

Hay muchos mitos que se han construido sobre nuestra vida cristiana y lo que la oración puede lograr en ella, sobre todo cuando pensamos en todos los males que la sociedad actual experimenta y en las muchas oleadas de filosofías que golpean la mente de quienes no han sido preparados para enfrentar los embates de la vida. Pablo nos enseñará en un texto de su carta a los Romanos cómo ver la realidad de este mundo de la cual no estamos exentos, cómo vernos a nosotros mismos en medio de las dificultades de la vida y cómo experimentar la seguridad que trae la relación con Dios para darle solidez a nuestro caminar y hallar fortaleza en medio de los dolores y ánimo en medio de las debilidades.

El mensaje de Jesús era parte de Él y Él era parte de su mensaje. Al mostrar una actitud de servicio, cuidado y amistad, todas las personas se sentían atraídas por Él. Si aplicamos el método y la actitud que tenía Jesús, con el tiempo notaremos que incluso las personas más reacias y endurecidas de corazón, estarán abiertas a recibir y escuchar el mensaje de Salvación.

Es necesario una evaluación periódica de la iglesia, que nos ayude a mantenernos en el camino correcto. Al perder nuestra dirección como comunidad de Cristo, podemos alejar a Dios, y una iglesia sin Su presencia, pierde su potencial y se vuelve limitada. Cualquiera que sea nuestro enfoque, se convierte en nuestro objetivo, y este debe ser cumplir la misión entregada por Jesús, de hacer discípulos, sin importar cuán difícil sea.

Nuestra misión es ayudar a otros a conocer a Jesús y crecer en una relación personal con Él, y esta no es una tarea sencilla, pues es más fácil ser buenos y participar de actividades dentro de la iglesia, y a la final... perder el verdadero enfoque. Aprendamos a maximizar nuestro potencial para ser eficientes, enfocados y cumplir nuestra misión de la mejor manera.