El Dragón invisible

Cuentan los historiadores más doctos y académicos que la orden de los Illuminati de Baviera desapareció a finales del siglo XVIII. En opinión de estos distinguidos investigadores, ninguna de sus logias secretas sobrevivió a la persecución dictada por el príncipe de Baviera. Esos mismos historiadores juran y perjuran que ahí acabó la historia. Que aquellos vehementes hijos de la luz dispuestos a revolucionar el mundo marcharon al exilio cabizbajos y allí perdieron toda esperanza. Punto y final. Muerte de una ambiciosa idea. Sin embargo, otros estudiosos, más heterodoxos y alternativos, no opinan lo mismo. Han leído las fuentes antiguas entre líneas, revuelto en documentos olvidados e interpretado símbolos y señales que pasan desapercibidos al resto de los mortales. Estos estudiosos afirman que la Orden de los Illuminati nunca murió, tan solo cambió de vida. Pasó de la luz a las sombras. De la superficie a la oscuridad. Y allí lleva maniobrando, siglo tras siglo, desplegando cuidadosamente un plan maquiavéli